jueves, 17 de abril de 2008

MOMENTOS DE LA EVALUACIÓN

Evaluación inicial, procesal y final.

La evaluación no es concebida como una actividad adicional o final al proceso de enseñanza-aprendizaje. Si se entiende a la evaluación como un proceso integral y continuo, es necesario planificar la evaluación con momentos iniciales, durante el proceso y al final.

La evaluación inicial tiene como fin obtener información precisa para identificar necesidades del grupo al inicio del año, semestre, ciclo o unidad. Es una forma de establecer la “hipótesis de trabajo” y adecuar el programa a las capacidades del grupo.

Un aspecto muy importante de la evaluación inicial es la identificación y activación de conocimientos previos sobre los cuales el aprendizaje es construido. Además, la evaluación inicial crea y adecua las expectativas tanto del alumnado como del profesorado.

La evaluación procesal o continua consta de las valoraciones constantes del aprendizaje mediante la aplicación de una variedad de instrumentos de evaluación y el análisis de los resultados. La evaluación durante todo el proceso del desarrollo de un curso o un ciclo debe ser muy formativa, lo cual permite tomar decisiones para adecuar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Requiere una planificación didáctica del proceso muy intencional, buscando la integración de las actividades de evaluación en el proceso de E-A.

La evaluación final se realiza al final de un proceso, como por ejemplo, una unidad, un ciclo o un curso. Tiene como fin la comprobación de resultados, pero podrá ser concebida como formativa o sumativa, dependiendo de la función deseada en el momento de la planificación didáctica.

Es evidente que requiere de tiempo y preparación planear los tres momentos de la evaluación en el desarrollo de un curso, pero si juiciosamente se lleva a cabo, permite aplicar un feedback contínuo y mejorar los resultados permenentemente en pro de los logros de aprendizaje previstos.

martes, 17 de abril de 2007

EL LÍO DE EVALUAR

La evaluación es, quizás, el más importante de todos los procesos involucrados en la educación, pues con la interpretación y análisis de los resultados se evidencian avances y se planean estrategias de retroalimentación.
El proceso de adquisición y/o desarrollo de competencias en el ámbito educativo requiere que éstas se prevean a través de logros o metas. El logro esperado es lo que se desea obtener del estudiante en su proceso formativo y que se expresa en el desempeño, sea éste teórico, práctico o teórico-práctico. El logro alcanzado es el resultado, lo que ya es una realidad. Por lo tanto, la evaluación comparará hasta dónde los logros esperados se convierten en logros alcanzados por el estudiante. Pero... ¿realmente es eso lo que hacemos nosotros con el proceso de evaluación?

La evaluación ha estado influenciada por concepciones centradas en el control, con el fin de vigilar y monitorear la presencia de los estudiantes en el sistema educativo. De allí términos como “perdió”, “ganó”, “aplazó”, “superó”, “recuperó”, “habilitó”, para referirse a los logros de los estudiantes. Pero, ¿qué se “pierde” o “gana”, qué se “recupera” o “habilita”? Desde esta perspectiva, los resultados deficientes se atribuyen, por lo general, a los estudiantes, quienes son catalogados como “vagos”, “mal preparados”, “no saben leer”, “no comprenden”, etc.

¿Hasta dónde existe una relación entre éxito en las evaluaciones y éxito en el futuro desempeño laboral? ¿Hasta dónde los resultados de los exámenes, sobre todo escritos, ocultan otras competencias que deben poseer los futuros profesionales? Algunos estudiantes son excelentes expositores y sin embargo en una evaluación tradicional obtienen malos resultados.
Prohibir a los estudiantes textos, apuntes, calculadoras, datos, etc. durante una evaliación escrita no contribuye en nada a formar alumnos competentes, ya que en el desempeño laboral estas prácticas son necesarias. ¿Hasta dónde estamos nosotros como docentes dispuestos a ello?

Finalmente se debe tener en cuenta que la evaluación es un proceso que no se puede desarrollar con tres evaluaciones escritas; es una actividad continua, debe tener presente diferencias individuales, debe ser concertada con los alumnos y responder a sus inquietudes y necesidades. Se pueden evaluar exposiciones, trabajos en grupo (fundamental en el desarrollo de competencias), proyectos, talleres etc. Sin temor a peder la relación de poder que durante tanto tiempo se ha manejado en la educación, de esta manera se pueden obtener mejores resultados, se evita la deserción y se obtienen ciudadanos más responsables, éticos y autónomos.
Pero, la evaluación debe permitir además un espacio de reflexión para el quehacer del docente, para revisar las metodologías y estrategias pedagógicas que ha manejado en el proceso y los resultados y ajustes a que hubiera lugar.
Esto realmente es un lío, que sólo desde una nueva concepción y aprehensión del concepto de "evaluación" puede evidenciar resultados diferentes en los procesos educativos.
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